La Ilustrísma, Venerable y Antigua Hermandad y Cofradía del Santísimo Sacramento, Ánimas Benditas y Nuestra Señora de la Paz, como colofón a la celebración de sus cultos cuaresmales, llevará a cabo mañana día 5 de marzo, Miércoles de Ceniza, a las 18’00 horas desde la Capilla del Asilo de San José, el piadoso ejercicio del Vía-Crucis, presidido por la imagen del Santísimo Cristo de las Almas, que irá portado por costaleros comandados por Martín Gómez Moreno sobre la parihuela cedida gentilmente por la Hermandad del Cristo del Amor.El itinerario será el siguiente: Capilla del Asilo de San José, Angostillo del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, plaza de Santiago, Juan de Torres, Lealas, Ancha, Frías (boquete de calle Ancha), plaza de Mirabal, Mendoza, Chancillería, plaza de San Juan, plaza de los Ángeles, Oliva, plaza de Santiago, Angostillo del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Capilla del Asilo de San José (19’45 horas). El Santísimo Cristo de las Almas estará acompañado por los sones de una capilla musical perteneciente a la Banda Municipal de Música de Jerez.
Por último, a las 20’00 horas en la Capilla del Asilo de San José, se celebrará Santa Misa de imposición de la ceniza, oficiada por Diego Moreno Barba, párroco de la de Santiago.
La talla del Santísimo Cristo de las Almas
Esta talla de cristo crucificado (1720-1725) está atribuida a Diego José Roldán Serrallonga, nacido en Sevilla hacia 1700 en el seno de una ilustre familia de artistas. El crucificado, que representa a cristo muerto en la cruz, alcanza 160 centímetros de altura y se alza sobre una cruz de estilo arbóreo de algo más de 3 metros de altura.
El Santísimo Cristo de las Almas no fue concebido para procesionar, ya que hasta el cierre de la iglesia de Santiago, debido a su restauración, presidió la capilla del sagrario de dicho templo.
En cuanto a la biografía de Diego José Roldán Serrallonga, sobrino de Luisa Roldán ‘La Roldana’, decir que sus padres fueron el también escultor Marcelino Roldán Villavicencio (1662-1709), hijo del gran Pedro Roldán (1624-1699), y su segunda esposa Josefa de Velasco y Serrallonga. El matrimonio tuvo lugar en 1698, naciendo durante los años siguientes cada uno de sus cinco hijos. Tempranamente, en 1709 muere su padre, por lo que se ha supuesto que la formación artística de Diego, al igual que las de sus hermanos Marcelino (c.1700-1777) y Jerónimo (c.1701-c1780), asimismo escultores, debió de llevarse a cabo junto a su tío Pedro Roldán Villavicencio o junto a su primo Pedro Duque Cornejo (1678-1757). En 1715 aparece como testigo de su madre en una escritura de arrendamiento otorgada en Sevilla, única noticia de sus primeros años de vida en su ciudad natal.
Compartirá con sus hermanos unas discretas dotes escultóricas. Posiblemente, la propia conciencia de esas limitadas cualidades artísticas le llevaría a tomar la decisión de trasladarse a Jerez, donde gracias al renombre de su apellido y a una más escasa competencia tendría la oportunidad de trabajar con cierta aceptación para una nutrida clientela no sólo local, sino también de los pueblos y ciudades de su entorno. No olvidemos tampoco los ya comentados antecedentes familiares en la zona, que bien pudieron allanar el camino profesional del joven artista sevillano por estas tierras.
Lo único cierto es que ya desde 1722, cuando contrata el relieve del retablo de ánimas de la parroquia de Santiago de Jerez, consta encontrarse avecindado en ella, más concretamente en la calle Lancería, dentro de la collación de San Miguel. El contrato de esta obra nos demuestra la rápida integración en el ambiente artístico jerezano, mostrándonos de manera muy significativa sus primeros contactos con otros artistas pertenecientes a él, caso de Francisco López, autor de la arquitectura del retablo, y de Alonso Barrero, maestro entallador que aparece como uno de sus fiadores. Y es que hay que destacar que los documentos prueban que la actividad de Diego Roldán siempre estuvo limitada a labores meramente escultóricas, por lo que se vería obligado, a pesar de todo, a establecer estrechas colaboraciones con retablistas locales para de esta manera asegurarse un constante trabajo en la ciudad y su comarca.
En este sentido, no es desdeñable pensar que esta colaboración entre López y Roldán pudiera haberse extendido a otras de las obras jerezanas del primero, aunque, en cualquier caso, resulta más que evidente la persistente alianza profesional con Agustín de Medina.
En 1725 trabajará en la decoración de la cajonería de la sacristía de San Miguel, cuya obra de talla y carpintería realizó José de Santiago, y en los relieves de los respaldos de la sillería de coro de la iglesia de San Lucas, atribuidos muy acertadamente al artista. De estos años serían también otras pequeñas piezas escultóricas que aún se siguen conservando en el citado templo de San Lucas y que del mismo modo se le ha adjudicado: el David que corona el facistol de dicho coro y el San Pedro y el San Pablo de los batientes de madera de la portada de la sacristía, realizada en 1724.