Ya son ganas de complicarse la vida… Dos candidaturas. Una hermandad que viene de una coronación canónica, una época posterior convulsa, y una situación actual apacible y tranquila, gracias a la gestión de la actual junta de gobierno. Dos hermanos con ganas, dos candidaturas, con proyectos, con ilusiones, y con respeto mutuo, al menos, en sus respectivas declaraciones públicas. Una situación como tantas otras en una cofradía integrada, perfectamente integrada, en su barrio, en su parroquia, en su Semana Santa y en su ciudad.

Y nos complicamos la vida… Nosotros mismos, oye. Resulta que Manuel Tenorio, que actualmente está en junta de gobierno ocupando cargo de responsabilidad, no es admitido por el obispado para el cargo de hermano mayor, junto con otro miembro de su candidatura, presuntamente debido a un informe desfavorable del párroco de la hermandad, y esa decisión unilateral es vinculante para que no pueda seguir optando al puesto de máxima dirección de la corporación. Condenado, sin posibilidad de réplica. No hay corrección fraterna, no hay diálogo, no hay interés, no hay nada. Usted, fuera. Y punto.

En esas estamos, cuando todo se hace público. Porque pretender que el silencio de las sacristías presida nuestras corporaciones en la era del 2.0 es misión imposible. Se hace público, además, porque la gente está hasta donde te dije de que la ninguneen, de que la traten sin respeto, de que la miren de arriba para abajo. Se publica en twitter, en facebook, en un blog, en un medio de comunicación, y cuando te quieres dar cuenta, ya lo sabe hasta el candidato de Podemos, tan preocupada como está últimamente esta formación política por nuestra Semana Santa y por nuestras necesidades…

Eliminamos al que no le gusta al cura de turno, y seguimos para adelante con los planes de la Iglesia. Eso debieron pensar los que así obraron. Pero mira tú por dónde, que todavía quedan restos de dignidad entre los que aspiran a llevar las varas doradas. Queda gente con dos dedos de frente, y con dos bemoles en el pentagrama, para respetar al adversario herido, dándole de nuevo a la contienda (permítanme el símil bélico en estas elecciones) visos de dignidad, de bondad, y de hermandad. Y uniendo, con la retirada de la candidatura válida para el obispado, la de Alejandro Vidal Dorado, a la hermandad en una sola, a todos sus hermanos en una común decisión, la que obliga ahora al obispado, bien a poner una gestora, bien a prorrogar el plazo de elecciones dejando el mando, de manera temporal, en manos de su actual hermano mayor.

Queda gente en las cofradías por las que merece la pena seguir luchando. El problema es que, quizá, nos complicamos mucho la vida. O nos la complican…