Llevan años reclamando el derribo de la antigua sede de la asociación de vecinos, conocida en el barrio como Casa Colorá. Y, aunque en los últimos meses han sido varias las visitas de arquitectos y técnicos al centro para hacer mediciones e incluso catas, la comunidad educativa del colegio Alcazaba aún no tiene constancia oficial de cuándo empezarán las obras. “Dicen que en el mes de mayo pero no nos lo han comunicado por escrito, oficialmente. No es la primera vez que dan fechas y no las cumplen”, aseguran la presidenta y la tesorera de la asociación de madres y padres del centro, Silvia Partida y Cati Lobatón.
Por eso, se han puesto manos a la obra y han recogido más de 300 firmas para pedir la demolición de esta vieja caseta y la construcción de los nuevos espacios necesarios para el centro, un proyecto que ha cambiado en varias ocasiones y que finalmente se ha quedado reducido a dos aulas más y un porche. “Las obras de nuestro centro han aparecido dos veces en el Plan Ola, en la primera y en la segunda fase (2011 y 2012), con partidas presupuestarias diferentes, pero aquí no se ha hecho nada aún. ¿Dónde está ese dinero?”, se preguntan las responsables del colectivo.
La Casa Colorá, de titularidad municipal, fue cedida a Educación en 2007 pero el centro no tiene acceso a ella. “Está abandonada desde hace unos 13 años aunque hay una persona que siembra y tiene herramientas ahí dentro”, indican.
Los laterales y la parte trasera de la casa limitan con el patio del colegio y los padres denuncian que parte del techo de uralita está roto.
Aula que no cumple la normativa
El colegio Alcazaba, construido hace 30 años, acoge a 436 niños con edades de 3 a 12 años. Sus limitadas dimensiones han provocado que una de las aulas donde actaulmente estudian los niños de 3º de Primaria no cumpla la normativa legal de espacio. “El centro ha instalado aire acondicionado en las dos aulas de 3º porque no se podía soportar. Lo ha pagado el colegio con sus propios recursos. Y tampoco pueden tener pizarra digital”, aseguran desde el AMPA.
Otras de sus carencias son la antigüedad de la instalación eléctrica -que no soporta la potencia necesaria y a veces sufre interrupciones-, la ausencia de comedor y de gimnasio, unas necesidades que, de momento, han quedado aplazadas.