La Feria encara ya sus días grandes. A las puertas del fin de semana, el jueves es el día elegido por muchos jerezanos y visitantes para disfrutar una jornada más del Real o para pisarlo por primera vez y no soltarlo ya hasta el domingo. Quizás para dosificar esas ganas de fiesta y el presupuesto disponible a lo largo de los tres días que aún quedan, el jueves ha despertado más bien tarde.
A las dos y media solo unos pocos coches de caballos y jinetes paseaban por el Real y en la mayoría de las casetas había mesas vacías esperando comensales. La estampa, en algunos momentos y rincones, ha recordado casi más a un martes que a un jueves de Feria. Tendría que pasar la hora central del almuerzo para que el González Hontoria fuera, poco a poco, tomando la forma que precisa una jornada así. Ha sido en la sobremesa cuando el Paseo de Caballos ha lucido en todo su esplendor, con un enganche detrás de otro haciendo aguardar a un lado a los feriantes que querían cruzar. Eso sí, el jinetes y caballos, perfectamente ataviados, han estado a la altura de lo que se espera de ellos en una cita de estas características.