Con devoción, Jerez esperaba ayer a la Virgen del Carmen. Con la misma fe que le tiene desde siempre, pese a que las costas no bañan la periferia de la ciudad, pese a que siempre fue una advocación marinera, de pueblos donde los pescadores faenan sin descanso, rogándole a la Reina del Carmelo que los proteja del siempre peligroso mar abierto… Pese a ello, la Virgen del Carmen se apodera de Jerez cada 16 de julio, demostrando la importancia que tiene para esta ciudad la impactante talla que se venera en la Basílica del Carmen.

Salió a las ocho y cuarto de la tarde, con la voz de Miguel Jaén templando ánimos en la dificultosa, -rodilla en tierra-, salida del paso por el angosto dintel de la puerta del templo carmelita. Y ocurrió lo que viene ocurriendo desde siempre, que la banda de música del Maestro Tejera volvió a llenar de bronces y metales las calles del centro jerezano, que los claveles, las rosas y los gladiolos se mezclaban perfumando el paso de la Reina del Carmelo, que la devoción se traducía en las ancianas espaldas engalanadas con los escapularios marrones… y que el Carmen reinó en Jerez.

Estrenaba la procesión recorrido, alargando el paso de la procesión por la segunda parte de la Tornería y entrando por Larga desde sus inicios, como ya hiciera en el pasado Vía-Lucis. Y pese a que llenó de público el nuevo escenario, parece que el anterior, cogiendo por la alameda del Banco, mostró en años anteriores un mejor aspecto, como si nada hubiera que tocar en una procesión que bien parece que está ya perfectamente ideada. Con una formación musical, Tejera, que es un verdadero privilegio para la procesión, y con una fila interminable de devotos tanto delante de la imagen, como tras su manto, la Virgen del Carmen fue completando su recorrido, que se hizo especialmente intenso en la calle Larga, así como en la última parte del mismo, cuando la procesión encaró la plaza Plateros antes de recogerse en su templo.

Ayer salió a la calle la Virgen del Carmen, y como todos los años, confirmó que es una de las procesiones más elegantes, brillantes y rotundas del calendario litúrgico cofrade anual. Un lujo para los sentidos, y una oportunidad más de encontrarse, en estos tiempos de dificultad, cara a cara con la Madre de Dios.