Al principio habla con timidez pero a los dos minutos Sebastián Zambrano enlaza un recuerdo con otro, una experiencia con otra, y rebusca en una vieja carpeta recortes y fotos que certifican la huella que su vida está dejando en el mundo del caballo. Desde que era un niño y hasta hoy, Sebastián no se ha separado nunca de su afición, por eso, este sábado de Feria recogerá el Caballo del Oro, el máximo galardón que da Jerez relacionado con este sector.

Nacido en la calle Palomar, este jerezano incansable ahora reside en El Portal, cerca de sus animales. “La nobleza es lo principal para que un caballo aprenda y luego, el trabajo de cada día”, explica Sebastián, que dedicará este reconocimiento a su mujer, fallecida hace ya algún tiempo. Aconseja a los jóvenes iniciados en la doma “que tengan la mitad de afición que he tenido y tengo yo todavía” y lamenta que casi se haya perdido la práctica del polo en Jerez. “Antes había partidos todas las tardes y desde que quitaron el campo se han ido a Sotogrande”. “Al Rey de Marruecos le preparaba yo los caballos para jugar al polo”, explica.

Uno de sus caballos más famosos fue Furia, “que llegó a embestir como un toro. Era especial, hacía los movimientos como ninguno”, recuerda con cariño. Aunque insiste en que él es siempre se ha sentido uno más, reconoce que “le dí valor a los caballos españoles fuera. He vendido caballos en Suiza, en Italia… y también fui el primero que hice Alta Escuela en Jerez: paso español, paso en tres tiempos, pos en diagonal…” Sebastián Zambrano tiene además en su haber el record de siete raids seguidos en Mérida, Badajoz, Cáceres y Jerez.

Su afición ha llegado a sus hijos, que han sido rejoneadores: Sebastián y Emi Zambrano. “He enseñado a varios alumnos que han sido campeones de España, como Alfonso Ramírez y Eduardo Mateos”, cuenta. Estas últimas semanas “estoy montando una yegua, Caramela, con la que iré a recoger el premio”  que, como cada año, se entrega en el Depósito de Sementales a mediodía.