“La etnia gitana nos ha dado la cultura que nos diferencia del resto del mundo”. Este homenaje al pueblo gitano es uno de los motivos por los que el pintor y dibujante Andrés Vázquez de Sola ha realizado y donado una obra al Centro Andaluz de Documentación del Flamenco (CADF). El autor ha protagonizado hoy el acto de entrega junto con la directora del Instituto Andaluz del Flamenco, Maria de los Ángeles Carrasco.

El lienzo, de 100 por 70 centímetros, es fiel reflejo del estilo del autor y recrea una escena de cante de Manuel Torre. En él figura la leyenda “Para el Centro Andaluz de Flamenco mi Manuel Torre, como homenaje a todo el pueblo gitano”. En su intervención, Carrasco ha afirmado que la donación es una muestra del “talento, la maestría y la generosidad” de Vázquez de Sola, “una leyenda viva, un joven octogenario que ha dibujado a compás toda su vida”, según ha destacado la directora del IAF, “que llega para donarnos no solo lo que más apreciamos, que es su amistad, sino también un cuadro que quedará depositado para siempre en los fondos del Centro Andaluz de Documentación del Flamenco como una muestra inequívoca de su maestría, de su talento y de su generosidad”.

El acto se ha convertido en un momento especialmente significativo, con un alto componente emocional y artístico, en el que el director de Programación del Centro Andaluz de las Letras, Juan José Téllez, ha leído el soneto ‘Caricatureto para Andrés’ y el cantaor Luis Malena ha interpretado sin guitarra un fandango para homenajear al pintor.

Una larga y fructífera trayectoria

Después de trabajar en diversos diarios en España y de tener que recurrir al exilio durante la Dictadura franquista por pertenecer al Partido Comunista, Vázquez de Sola empezó a cosechar los frutos de su esfuerzo no sin antes haber tenido que emplearse como pintor de brocha gorda o dormir bajo los puentes del Sena. “Pronto, aquel humorista gráfico de Le Monde y de Triunfo -ha continuado la directora del IAF- cruzó la línea, delgada como un papel, que separaba el dibujo de la pintura, y consolidó un estilo que ahora le caracteriza. Un Vázquez de Sola es un Vázquez de Sola y se reconoce desde lejos, porque en este caso el arte tiende un puente comunicativo en el que no hacen falta palabras para identificar a su autor y para distinguir en la obra todo aquello que él nos ha querido decir”.

En sus años en Francia frecuentó las amistades de Pablo Picasso, García Márquez y Paco Ibáñez, entre otros, al mismo tiempo que empezaban a llegarle los reconocimientos internacionales. Mucho tiempo después de aquello, una de sus obras recala en Jerez para quedarse.