Ya no es una sospecha. Está claro que el mundo del tabanco está resurgiendo con fuerza en Jerez en los últimos dos años. Prueba de ello es la apertura del Tabanco Plateros o El Telescopio y la vuelta de tuerca de El Pasaje, por ejemplo. Y el más reciente en incorporarse a esta forma de negocio tan jerezana es uno de los que se recuerdan con más cariño: el tabanco La Pandilla, en la calle Valientes. El establecimiento abrió en 1936 y cerró sus puertas hace 20 años. El pasado viernes 22 el olor a vino envejeciendo en las botas de esta coqueta bodeguita volvió a recibir a entusiasmados clientes.
“En nuestra juventud veníamos aquí a tomar morenitas. La nostalgia y la crisis hicieron el resto”, asegura Antonio Ruiz, uno de los dos propietarios del local. “Somos parados de la hostelería y decidimos poner en marcha el tabanco para crear nuestro propio empleo”, asegura. De momento, son cinco las personas que trabajan en el establecimiento, que abre todos los días. “Todo el mundo está muy contento, nos han recibido muy bien”, explica Ruiz. Los clientes que llegan miran con media sonrisa en la cara, recordando otros momentos pasados allí, como si hubieran entrado en el túnel del tiempo ya que el local conserva muchos elementos de entonces como una vieja máquina registradora, el dispositivo de frío de los caldos, la vieja nevera, los carteles de toros y un mostrador con pinturas desgastado por el tiempo y los pies de los parroquianos.
Hoy sirven vinos de Sánchez Romate y la especialidad de la casa siguen siendo las morenitas. Y, para acompañar al vaso de vino, qué mejor que unas chacinas servidas en papelón, unos montaditos, frutos secos o alguna que otra tapa rápida. “Aún nos quedan muchas cosas que arreglar pero teniamos muchas ganas de abrir”, explica Ruiz desde el mostrador de este nuevo punto de encuentro: La Pandilla.