Lo que debería ser un jardín que embellece la entrada de un bloque de viviendas se ha convertido en un vertedero. La Asociación de Vecinos Viaje al Fondo del Mar, de Vistalegre, reclamó este verano al Ayuntamiento la limpieza del espacio para evitar males mayores y, de momento, las hierbas siguen creciendo sin control.
Malos olores, insectos por todas partes, ventanas cerradas a cal y canto y ambientadores por cada rincón. Así llevan viviendo semanas los vecinos de la barriada del Pelirón que han visto como el descampado junto a sus casas se ha convertido en un auténtico vertedero donde la propia empresa de recogida de basuras, Urbaser, ha llevado los residuos durante la celebración de la Feria.
Tal como han denunciado a este medio algunos de los que están sufriendo en primera persona este problema, llevan un par de años sufriendo este problema que ya les cansa, y que comienza cuando unos pocos días antes del inicio de la Feria colocan en el descampado unas enormes cubas en las que después, durante la celebración del festejo, se va depositando la basura para facilitar que los camiones puedan recogerla y llevarla más tarde al vertedero.
“No se trata solo de que haya basura, porque también aprovechan ese sitio para limpiar los contenedores, lo que significa que la zona está llena de agua sucia estancada y que desprende malos olores”, han denunciado a este medio los afectados, que cada año vuelven a sufrir el mismo problema durante al menos tres semanas del mes de mayo.
En la zona ya han desaparecido las grandes cubas, sobre todo porque “los trabajadores nos vieron a los vecinos haciendo fotos y seguramente las han quitado”, pero la zona sigue “asquerosa” y afectando a los vecinos. Por eso han querido hacer la denuncia pública, al tiempo que reprochan a la empresa de recogida de basura y al Ayuntamiento de Jerez que tome medidas para que esta situación no se repita. “No tienen por qué venir aquí a limpiar los contenedores y a dejar amontonada la basura, porque al lado de ese descampado, muy cerca, hay casas”, afirman antes de sentenciar que “no es justo que para que unos disfruten otros se tengan que sacrificar”.
Nada más poner un pie en la barriada conocida popularmente como El Mopu, uno se da cuenta de las dimensiones que allí ha alcanzado la huelga de basuras. El olor de las calles resulta penetrante, mientras las hojas invaden las aceras y los contenedores están comidos de bolsas abiertas y desperdicios, que llegan hasta la carretera y de los que salen ratas y todo tipo de insectos. Los vecinos juran y perjuran que por allí no ha pasado un alma desde que se iniciaran los paros el pasado viernes; es decir, que los servicios mínimos han brillado por su ausencia, mientras los trabajadores afirman que ellos hacen lo que pueden dentro del cumplimiento de éstos. Sin dudar de su palabra, hay una cosa cierta e incuestionable: La Constitución (Mopu) presenta un aspecto mucho más insalubre que la inmensa mayoría de los barrios jerezanos.
De la mano de la presidenta de la asociación vecinal, Inés Castilla, Reporteros Jerez ha recorrido sus calles evidenciando el estado en el que se encuentran. “El domingo por la mañana fue horroroso, porque las hojas nos invadían y dos o tres vecinas se tuvieron que poner a barrer. El mal olor se nota a leguas y menos mal que está lloviendo y eso apacigua un poco la cosa. En esta barriada vivimos 500 familias y quizá por eso no pasan, porque somos muchísima gente, pero lo cierto es que nos tienen marginados”. La basura se acumula en el exterior de comercios como la tienda de alimentación ‘El Fendi’ o junto a la parada de autobús.
El volumen de residuos es impactante, aumentado como explica Inés por el hecho de que otras barriadas cercanas como Luis Parada también acuden a sus contenedores a dejar la basura, al carecer de éstos. “Los coches tienen que esquivar las bolsas -comenta un vecino- y de aquí están saliendo ratas como liebres, al lado de un negocio. Esto es insalubre”. Los residentes comienzan a cerrar sus ventanas debido al mal olor, mientras observan cómo el agua que está cayendo se empapa de suciedad y baja por el alcantarillado. “Estamos desesperados y nos preguntamos dónde están los servicios mínimos, vamos a coger una infección. Como sigamos así llevaremos todas las bolsas al centro de la carretera para quitarlas de aquí, donde hay tantos niños y personas mayores”.
Otros vecinos que pasan en el momento de la entrevista al lado de Inés, la animan para que tome una determinación y organice una manifestación de protesta. De hecho, la presidenta confiesa que ya se ha informado sobre los permisos pertinentes para concentrarse y cortar el tráfico, algo que será apoyado por la inmensa mayoría de la comunidad. “Algo tenemos que hacer. En el centro no pasa esto, y nosotros no vamos a ser menos que nadie”.
La Junta no ve riesgo para la salud
Desde la Junta de Andalucía, sin embargo, no ven que el problema llegue a tanto y de momento han descartado que la huelga de basuras conlleve un riesgo para la salud de la población. Así lo han confirmado fuentes oficiales, justificándolo en que en las continuas inspecciones realizadas aún no se ha dado la voz de alarma. El tiempo, no osbtante, está favoreciendo esta circunstancia gracias a la bajada de temperaturas y las continuas lluvias. Si persisten los paros, todo apunta a que ningún componente externo podrá parar la creciente ola de insalubridad en la ciudad.
Los vecinos de la zona Este de la ciudad están hartos del mal estado de la Hijuela de La Canaleja, sobre todo, los últimos metros. Según uno de ellos, José Trujillo, “existen gran cantidad de boquetes, impropios de una calle de la ciudad, que hacen peligrosa la circulación”.
Además, “hay ciudadanos que utilizan las márgenes de la hijuela como vertederos de todo tipo de residuos”. A juicio de Trujillo, “el Ayuntamiento debe adecentear el lugar y la Delegación de Medio Ambiente tiene que controlar a los incívicos que utilizan la zona como basurero”.
El 22 de febrero de 2011, a primera hora de la mañana, unos operarios de la planta de reciclaje Las Calandrias encontraron entre las basuras el cuerpo sin vida de un ser humano. La noticia conmocionó a la ciudad, y mucho más cuando trascendió que los restos pertenecían a un mendigo que había sido golpeado y posteriormente arrojado a un contenedor hasta aparecer en el vertedero. El próximo mes de diciembre se sentarán en el banquillo de la Audiencia Provincial de Jerez cuatro amigos de la víctima, Alexander G., de origen polaco, acusados de un presunto delito de asesinato. Como ha podido saber Reporteros Jerez a través de la calificación del fiscal, el Ministerio solicitará para cada uno de ellos 20 años de prisión además de una indemnización de 108.846 euros para la mujer del fallecido y 18.000 para sus padres.
En el escrito se explica cómo la noche del 21 de febrero del pasado año los procesados, junto con la víctima, se encontraban en la casa abandonada que todos ellos compartían en la calle Lealas consumiento bebidas alcohólicas. Se trata de Michal P., Darius J., Marek K. y Rau T., los tres primeros de nacionalidad polaca y el cuarto alemana. En un momento dado, surgió una discusión por motivos desconocidos y los imputados, “con ánimo de causarle la muerte” golpearon presuntamente a Alexander en distintas ocasiones en la cabeza, la espalda, los brazos y las piernas provocándole múltiples heridas.
Esta violencia hizo que perdiera el conocimiento y a continuación, encontrándose sin consciencia y en estado ebrio, lo arrastraron hasta un contenedor de basuras donde lo arrojaron a sabiendas de que no podría salir de allí por sus propios medios. Al poco tiempo, llegó un camión de la basura a recoger el contenedor y su mecanismo compactador le causó fracturas costales que le produjeron la muerte. El vehículo continuó su ruta habitual, sin que los operarios se percataran de lo ocurrido, hasta que a primera hora de la mañana ya en Las Calandrias fueron hallados los restos por personal de la planta. Desde que ocurrieron los hechos, los cuatro se encuentran en prisión provisional.
Como ya se ha señalado, el fiscal les imputa un presunto delito de asesinato con el agravante de alevosía, para lo que pide 20 años de cárcel en concepto de autores, además de la indemnización correspondiente para la esposa y los progenitores de la víctima.