Entramos de nuevo el mes de diciembre y con él, además del esperado frío que parecía que nunca iba a llegar, aparecen en nuestros corazones las buenas intenciones, el amor hacia el prójimo, la fraternidad… En definitiva, esa solidaridad que deberíamos tener todos los meses del año y que en estos momentos  se hace más patente que nunca mientras se produce la celebración del nacimiento del Niño Dios.

Algo bueno traen estas fechas festivas a la ciudad y es que por fin Jerez se proyecta al exterior apareciendo en los medios de comunicación por las cosas buenas que tiene esta tierra. Por su gente y por sus Zambombas como expresión máxima de la Navidad por estos lares. Que, eso sí, nunca han de ser llamadas ‘zambombás’, inventos ortográficos de otras localidades más o menos vecinas.

La ciudad está viviendo unos días de puro esplendor en los que está brillando por méritos propios reclamando ese prestigio perdido en los últimos años por las malas noticias que han hecho que los jerezanos seamos conocidos por conflictos interminables y situaciones vergonzantes. Estos días resurge la Marca Jerez gracias única y exclusivamente a su principal valor: los jerezanos y jerezanas que convierten en un colosal espectáculo cualquier reunión de amigos y familiares alrededor de una fogata y una zambomba.

Momentos de disfrute, momentos de compartir y momentos de disfrutar. Momentos de encuentro y momentos de alegría, aparcando por un momento tanto paro y ruina.

Porque no hemos de olvidarnos que esta es solamente una cara de la moneda. En el otro lado, tenemos desgraciadamente un Jerez muy diferente. Un Jerez que convive con la miseria, con el hambre y con la pobreza. Un Jerez con 35.702 parados y paradas que cada día cuentan con menos prestaciones y con más dificultades para subsistir dignamente.

Un Jerez con largas listas en comedores sociales, con niños que se acuestan sin cenar y que van al cole sin desayunar, con cortes de luz y agua constantes y con familias completas sobreviviendo gracias a las escuetas pensiones de sus mayores.

Una ciudad que presta a sus vecinos y vecinas unos servicios públicos precarios: una ciudad sucia, una ciudad con instalaciones municipales cerradas, un transporte público deficiente, un servicio de ayuda a domicilio a punto de extinguirse, unos empleados públicos desprestigiados…

Cara y cruz de una misma realidad en la que este gobierno local no toma parte porque ni está ni se le espera. Ni promociona la Marca Jerez ni hace absolutamente nada por amortiguar la triste realidad de miles de paisanos que lo están pasando francamente mal en estas fechas tan señaladas.

Pero lo cierto es que, y se demuestra día a día, esta ciudad y su gente está muy por encima de sus gobernantes y de sus nulas decisiones y es de agradecer que decenas de colectivos y asociaciones promocionen la marca de nuestra ciudad a través de esta tradición navideña como es la Zambomba,  a la vez que llenan las mesas de los que no tienen con sus iniciativas benéficas y solidarias. Un ejemplo más de ese enorme corazón del que hacen gala todo el año.

ROCÍO MONTERO, Foro Ciudadano