A las 12 y tres minutos, nada más comenzar el acto, recibió José Manuel Caballero Bonald el premio Cervantes, entregado de manos del Príncipe de Asturias. Acto seguido, inició su discurso con voz clara y tranquila ante un atento auditorio.

El autor jerezano comenzó su intervención explicando cómo se siente ante la entrega de este reconocimiento: “Conmovido y abrumado”, dijo. Recordó a otros escritores que vivieron la misma experiencia y no se olvidó de otros “a quienes la muerte cercenó la posibilidad de recibir los honores que yo recibo ahora” como Carlos Barral, Claudio Rodríguez, Ángel González o Jaime Gil de Biedma.

En su reflexión sobre el oficio, afirmó que “me hice escritor porque antes había leído a escritores que me abrieron una puerta, enriquecieron mi sensibilidad, me incitaron a usar la misma herramienta que ellos para interpretar la vida, para aprender a disfrutarla”. La libertad de expresión y la lucha contra aquellos que tratan de impedirla ha sido otro de los puntales del discurso: “Los enemigos históricos de la libertad han recurrido siempre a una suprema barbarie: la hoguera. O quemaban herejes o quemaban libros”, dijo.

La primera de las numerosas referencias a Jerez que se escucharon en la ceremonia la hizo Caballero Bonald, en recuerdo de su infancia: “En el colegio de Los Marianistas de Jerez, cuando yo cursaba el cuarto o quinto curso de Bachillerato, tuve un profesor de literatura, culto y afectuoso, que me facilitó una especie de florilegio hecho por él de las más llamativas aventuras de Don Quijote”. Aquello, continuó, “no fue una lección prematura, fue simplemente una conmoción insospechada”.

Como había adelantado, dedicó gran parte de su discurso a la figura del Miguel de Cervantes menos conocido, el que dejó la escritura durante 20 años. También destacó cómo su vida no impidió que perdiera libertad creadora. “Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón”, dijo.

Por último, hizo hincapié en el valor paliativo de la poesía “en su potencia consoladora frente a los trastornos y desánimos que pueda depararnos la historia”.  A su juicio, “leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro, son vehículos simples y fecundos para la salvaguarda de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y a la felicidad. Tal vez se logre así que el pensamiento crítico prevalezca sobre todo lo que tiende a neutralizarlo”.

Los discursos institucionales

El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, destacó varios aspectos de la trayectoria vital y poética del autor. “La obra de este andaluz de Jerez, de raíces familiares cubanas y francesas, constituye uno de los pilares en que se asienta el puente que enlaza a España con Iberoamérica”. Hizo hincapié en el “afán renovador” de Bonald y su generación así como en la conversión de la literatura de Bonald a un talante más autobiográfico. El mar, la noche, el apego al territorio, el flamenco y el recuerdo de la infancia fueron otras de sus referencias: “Si hoy Caballero Bonald añade su nombre al de los grandes de las letras hispánicas, lo hace gracias a una obra valiente, duradera y personal”, dijo.

El último en intervenir ha sido el Príncipe Felipe, que pronunció un discurso basado en la vida y la obra del jerezano, sus raíces, sus primeras influencias literarias, sus referentes a uno y otro lado del Atlántico, el Grupo Cántico y la Generación del 50. “Caballero Bonald es un navegante solitario, resistente a las modas y las actitudes gregarias, frente a las cuales ha mantenido un constante desafío de infractor”, dijo.

Tras la recepción de rigor, los Príncipes y el premiado han inaugurado la muestra ‘De lo vivo a lo contado’, que se puede visitar ya en el bello edificio del rectorado de la Universidad de Alcalá. Don Felipe y Doña Leticia han hecho un recorrido por la muesta junto al autor jerezano y a su esposa. La exposición recoge fotografías y documentos de Caballero Bonald.

Gran ambiente en Alcalá de Henares

La Universidad de Alcalá de Henares se ha volcado en la ceremonia de entrega del Premio Cervantes y en cada rincón del Rectorado hay referencias al autor jerezano. El tiempo ha acompañado y el recinto ha disfrutado desde primeras horas de la mañana un gran ambiente. Día histórico el que vive Caballero Bonald y al que se suma toda la ciudad ya que a partir de ahora tendrá un hijo en la prestigiosa nómina de galardonados con el máximo reconocimiento de la literatura en castellano.

El amplio despliegue policial propio de estos actos institucionales ha estado acompañado por un buen número de curiosos que se han arremolinado en las inmediaciones y se han apostado en las vallas para ver a los Príncipes y al desfile de autoridades que, por cierto, se han llevado algunos abucheos. Milagros Arroyo y su hija Verónica Clemente, de Cádiz aunque residentes en Alcalá, han acudido pronto a la plaza de San Diego para ver a los miembros de la familia Real: “Vengo todos los años, siempre saludan. Son muy simpáticos”, explica Milagros.

Autoridades municipales, de la comunidad de Madrid y del gobierno central han estado presentes en el acto solemne. También han acudido escritores como Ana María Matute, Felipe Benítez Reyes y Benjamín Prado, entre otros. En representación  de Jerez han asistido miembros de la Fundación Caballero Bonald y la alcaldesa, María José García-Pelayo.

El premio más importante

El Premio Cervantes, que conlleva una dotación económica de 125.000 euros y que ha recogido hoy Caballero Bonald corona una intensa y prolífica carrera que comenzó en 1952 con ‘Las adivinaciones’ y que ha tenido su última entrega con ‘Entreguerras’, en 2012, un largo poema de 3.000 versos sin puntuación en el que el jerezano ha rescatado aquellas lagunas de la memoria que quedaron en el tintero con el paso de los años. El Premio de la Crítica, el Federico García Lorca, el Iberoamericano de Poesía, el Premio Andalucía de las Letras y otros muchos galardones más avalan esta trayectoria.

Conocido por su delicado y constante cuidado del lenguaje, la obra de Caballero Bonald se caracteriza por las constantes referencias al tiempo y a la memoria, el amor y la vinculación al territorio, así como por el cultivo simultáneo de varios géneros como la poesía, la narrativa, las memorias y los ensayos.

A partir de ahora Caballero Bonald comparte este importante reconocimiento con autores como Ana María Matute, Rafael Alberti, Francisco Ayala, José Hierro, Juan Marsé y Nicanor Parra, que fue el premiado del año pasado.