Chilla

Ya sólo nos queda el Resucitado…

Se acabó la Semana Santa. Hoy la ciudad es una ciudad algo más gris, algo más triste, algo más tranquila. Terminó ayer la Semana Mayor con la sensación de que nunca llegó a empezar del todo, de que poco a poco todo se iba consumiendo sin terminar de encenderse. La lluvia, la maldita lluvia, apareció en todos, repito, todos los días de la jornada, alterando horarios, cambiando recorridos y provocando ríos de opiniones controvertidas sobre las decisiones de las hermandades que hacían su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral.

Ni el Cristo pudo ayer con la lluvia. Todos los partes que se manejaban hablaban de fuertes precipitaciones a partir de las nueve de la noche, y la lluvia fue puntual a su cita. Chispeó incluso minutos antes, lo que provocó que algunas de las hermandades que habían salido o se volvieran, o se refugiaran, o tomaran el camino más corto para llegar a la Catedral. Pero después, lo que vino, fue una verdadera tromba de agua que dejó a Jerez empapada, y al Cristo de la Expiración, sin tiempo de reacción. Ya por aquel entonces la Soledad estaba en casa y las Viñas recogida, pero el Cristo de Jerez estaba en la calle Barja, curiosamente en la calle que sustituía a Caballeros, cuando comenzó a llover de verdad.

Y se volvió. Se volvió para San Miguel, mientras el palio se recogía en el mismo templo y San Juan hacía lo propio. Partieron varias tulipas en la entrada, y la sensación de desorden fue tal, que el propio capataz del paso de palio, Francisco Yesa, aseguró en Onda Jerez que “parar salir así, mejor no salir”. Una crítica repetida en otros círculos, pero muy gráfica en los labios de quien lleva 30 años sacando a la calla a la dolorosa coronada de San Telmo. Desafió el Cristo a la climatología, como hiciera en anteriores ocasiones, y lo único que cambió conforme a otros años es que esta vez, como ocurriera el año pasado, perdió. Apostó, y perdió. Ya antes había tomado una decisión unilateral, pese a la oposición del Consejo, de acortar camino para llegar a la Santa Iglesia Catedral. Lo hizo renunciando a la Carrera Oficial, ya que al encontrarse en Corredera, decidió seguir derecho por Consistorio, en una decisión que será analizado a buen seguro en el organismo que preside Pedro Pérez. Lo intentó el Cristo, pero el día estaba imposible.

La Soledad, por su parte, hizo lo propio. Salir. Pese a los partes meteorológicos, pese a que a la salida le chispeó a la Soledad en la calle Ponce… Salió, y vaya cómo salió. Es un espectáculo la hermandad de la Victoria, y es una locura el palio de la Soledad. Su banda, sus costaleros, sus levantás, sus manos agarradas al clavo, su cara encendida entre la cera… Es una locura ser de la Soledad, y eso puso en la calle el tiempo que estuvo la hermandad que preside Álvaro de la Calle, que decidió, al igual que hicieran ya otras hermandades esta Semana Santa, abandonar la Carrera Oficial renunciando así a hacer su estación de penitencia, y volver a casa por el camino más corto. Así lo hizo la Soledad al coger por la Alameda del Banco, Tornería y Porvera, en ocho chicotás antológicas que colocaron a la dolorosa a la altura de su azulejo. Ahí comenzó a chispear de nuevo, y fue entrar el manto de la talla de Pomar en su sede canónica y empezó a diluviar.

Loreto y Piedad lo tenían claro. La primera, quizá sabedora de que el Vía-Lucis está cercano, no decidió arriesgar ni siquiera debido a la cercanía de su sede canónica de la Carrera Oficial, y acertó. Acertó de pleno quedándose en casa, como acertó la hermandad de la Piedad, que con éste lleva ya tres años consecutivos quedándose en casa. No hubo precipitación en la decisión de la corporación que preside Domingo Díaz, y es de aplaudir el gesto valiente de quedarse en casa un año más, pese a las ganas que tenía la hermandad de poner la cofradía en la calle.

Y abrió la jornada, valiente como pocas, la hermandad de las Viñas a las cuatro de la tarde. Lo hizo con los aromas de barrio a los que ya nos tiene acostumbrados, pero la llovizna primera que antes comentábamos le hizo refugiarse en la parroquia de Fátima, y de ahí, para casa de nuevo. Lo intentaron, pero el día estaba imposible. Así que se quedó en un paseo por su propio barrio, que a buen seguro habrá ayudado a revitalizar los corazones de una zona necesitada de la ciudad. No pudo ser, pero lo intentó la hermandad de las Viñas. Como lo intentaron el resto…

Pero la Semana Santa de 2013 será recordada, sin duda, como la de la lluvia. Porque apareció todos los días, marcando de manera negativa el desarrollo de todas y cada una de las hermandades que intentaron realizar su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Será el año que viene, si es que Dios así lo quiere. Y será de nuevo cuando llegue la Semana Santa, la gran fiesta de Jerez de la Frontera.

Un comentario

Un comentario a “Ya sólo nos queda el Resucitado…”

  1. FUNCIONARIA dice:

    Pués si, se terminó la Semana Santa que la meteorología ha deslucido en muchos casos. Y creo que la Unión de Hermandades debe hacer un estudio serio de la carrera oficial (parece haberselo encargado a Deloitte), hemos tenido lugares realmente peligrosos con la situación de muchos palcos, ha habido desorden en algunas estaciones de penitencia, en fin …. Todo un año por delante para recapacitar ¿no os parece?. Hay que corregir tanto desbarajuste. Tenemos una magnifica Semana Santa y, hemos de cuidar todos los detalles.

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