Parecía que no… Que no llegaría. Que la luz del Domingo de Ramos, esa que convierte en azules los celestes del cielo, no sería puntual a su cita con la historia, y el Domingo de Ramos quedaría en nada, en un sueño que habría de repetirse en otra mejor ocasión. Parecía que no, que sería imposible disfrutar de la jornada de la ilusión, de la que rompe los postigos de los recuerdos, la que acerca a niños y mayores, la que nos recuerda a los que ya no están con nosotros… Parecía que no, que no podríamos renovar nuestra fe, en cristiano, en católico, en cofrade… Que la Catedral sería un fantasma envuelto en las sombras de una ciudad aletargada por la ausencia de la vida que le otorga las hermandades y cofradías cada Semana Santa…

Pero no. Ayer fue Domingo de Ramos, y aunque con cuarenta y cinco minutos de retraso por las inclemencias meteorológicas, fue un Domingo de Ramos brillante y vibrante, rotundo y pleno de matices, con cinco cofradías ofreciendo lo mejor de su repertorio, y con Jerez entero entregado a la causa. Una jornada espléndida, donde las hermandades estrenaron una nueva Carrera Oficial con muchas, muchísimas mejoras por hacerle, y unas recogidas que recordaban a las de toda la vida, las que siempre conocimos, dando un sabor añejo a nuestra Semana Mayor.

Abrió el día la Borriquita, como siempre ha sido y como siempre será. Y para qué negarlo, su cortejo es la envidia de todo Jerez. Espectacular en número, y tremendo en alegría, en vida reflejada en cada palma de su cortejo de misterio. Una algarabía se apoderó del patio de la Escuela de San José cuando las orejas de la burra anunciaron que ya era Semana Santa, y tras ellas, portentoso, Cristo, Rey del Universo, estiraba su presencia ante la multitud. La banda de la Victoria de León, voluntariosa, comenzó tocando en la propia capilla, con un estreno singular de una marcha dedicada a Cristo Rey con la que los costaleros de la hermandad, dirigidos por Martín Gómez, comenzaron su estación de penitencia. Al fondo, el paso de palio de la Estrella, con un caminar absolutamente espectacular, confirmaron que en Manuel Serrano hay capataz, y de categoría, y que la Municipal de Rota es un bandón que debería venir más días a nuestra ciudad.

Otras cofradías hicieron estación de penitencia, y todas a un nivel sorprendente. Porque el Perdón ha conseguido asentarse en nuestra Semana Santa, ofreciendo una imagen de cofradía siempre joven, siempre renovada, pese a sus muchos años haciendo estación de penitencia. Con un Cristo único, singular, patrimonio de nuestra Semana Santa, y un paso de palio discreto, pero elegante y acorde con la hermandad, la cofradía realizó su estación de penitencia confirmando su número de nazarenos, sus formas elegantes y su caminar valiente.

El Transporte estrenaba, entre otras cosas, capataz del paso de palio. Y había mucha ilusión con el nombramiento, ya que la trayectoria de Jaime Racero, en el equipo de Martín Gómez desde hacía muchos años y al frente de una cuadrilla de gloria ya consolidada, le avalaban para el cargo. Y no sólo no defraudó, sino que conquistó Jerez con un paso de palio andando con aires clásicos, pasando la Tornería con una solvencia y calidad que no hacen sino confirmar el buen trabajo que ha realizado este joven capataz que mira al futuro con optimismo. La banda del paso de misterio, ciertamente espectacular, acompañó a uno de los misterios más conseguidos de nuestra Semana Santa, imponente en dimensiones y en su estética, que conquistó el barrio de Santiago cuando la cofradía cogió por calle Nueva.

Pero el Domingo de Ramos no terminaba ahí… No puede terminar ahí, porque igual que empieza en la Borriquita, termina en las Angustias. Una cofradía de siempre, que estrenaba faldones, saya, restauración del manto y del pendón, todo de una tacada, y que con los hermanos Bernal al frente de la cuadrilla tiene garantizado el futuro del paso para muchos, muchos años. Increíble el acierto, un año más, de la dirección de cofradía, caminando siempre juntos los nazarenos tras los pasos del diputado de cruz, a un ritmo elegante y pausado, que permitía disfrutar de una hermandad de negro de las que no deberían perderse jamás. Y este año, además, con la mejoría de la escolanía del Oratorio Festivo, que sonó especialmente armoniosa en muchos momentos del recorrido. Por cierto, para los que le gusten las cosas puras, escogidas, con poco público pero selectas, un consejo… No se pierdan el paso de la corporación por la calle Molineros. Fue sobrecogedor…

Pero queda una… Una hermandad que, condicionada por las inclemencias meteorológicas, tuvo que tomar una decisión diferente al resto. La hermandad de la Coronación no esperó 45 minutos como el resto para salir, sino que lo hizo media hora más tarde de su horario habitual, en una decisión sin duda acertada por las dimensiones de su sede canónica. Eso permitió que la hermandad disfrutara con parsimonia de su paso por el barrio de San Pedro, y aunque eso mermara las fuerzas del cortejo de nazarenos, la decisión era comprensible por parte de la junta de la gobierno. Sirvió, por tanto, para disfrutar de una cofradía de barrio, pero clásica en sus genes. La cuadrilla de la Paz convirtió en magia la noche del Domingo de Ramos, como lleva años haciendo, con unos sones alegres en cada segundo de su recorrido, mientras que Tomás Sampalo dirigía con criterio los mandos de la cuadrilla del paso de misterio. Una hermandad de las que da gusto ver en cada esquina, en cada segundo de su recorrido, y que confirmó que pasan los años por ella como pasan por el buen vino, mejorando sus cualidades.

Un Domingo de Ramos, por tanto, para enmarcar. Para soñar con que venga, y pronto, una nueva jornada como ésta, dentro de, tan sólo… 52 semanas.