Verano de 1987. Jerez prepara una obra faraónica en las inmediaciones de la Hijuela del Polo, más allá de las vías del tren. El Estadio Olímpico de Chapín alzaba sus primeros cimientos y a pocos metros, en el campo cedido por la firma bodeguera Domecq, el Xerez preparaba otra obra, la del primer equipo con serias aspiraciones a ascender a Primera División. Leer noticia completa













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