Grupo Velázquez

El día que la campiña se tiñó de rojo

La tragedia sufrida en Santiago ha tocado el fondo del alma en Jerez. El desgraciado accidente ferroviario que ha dejado más de 80 víctimas en la localidad gallega encendió la memoria negra de muchos ciudadanos de Jerez, la comarca y de toda la provincia. ‘La Cochinita’ y su trágica historia veraniega regresó a boca de muchos. ‘La Cochinita’ era el ferrobús, también conocido como Ómnibus, ese tren interurbano que conectaba las provincias de Cádiz y Sevilla durante décadas, la espina dorsal de la época para muchos gaditanos y para muchos jerezanos, pero, sobre todo, para todos los infantes de Marina de San Fernando.
Era verano, un 21 de julio, hace ya 41 años. Casualidades, o ironías, del destino, en una jornada calurosa previa a la festividad nacional de Santiago la tragedia se apoderó del país y también viajaba en tren, sobre las deterioriadas vías de un franquismo ya decadente. A las 7.30 de la mañana, según las crónicas de la época, un estruendo ensordecedor paralizaba la recogida de la remolacha en el Paso de la Mohína, entre las localidades sevillanas de Lebrija y El cuervo. Los jornaleros del cortijo de La Junquera fueron los primeros en observar un espectáculo dantesco; un ferrobús que acababa de salir de Cádiz dirección Sevilla, con su fragilidad de chapa y 200 pasajeros a bordo, chocaba de frente con el todopoderoso de hierro, el expreso que unía Cádiz con Madrid y que contenía 500 viajeros en 14 vagones de puro hierro.

86 muertos y 112 heridos fue el balance final del trágico suceso, ocurrido a pocos kilómetros de la antigua estación de El Cuervo, aunque el informe ofrecido un día después por ese aparato del régimen que era Renfe ofrecía una cifra menor, 76 y muchos heridos “recuperándose en los hospitales de Cádiz, Jerez o Sevilla”. Todos, menos uno, viajaban en ‘La Cochinita’.

“En los hospitales las autoridades nos pedían que donáramos sangre”, relatan testigos de la época. Algunos recuerdan como en la playa de la Victoria de Cádiz usaban megafonía para que la gente abandonara la playa para ir a los centros sanitarios a donar, sin ofrecer explicación alguna. Lejos del idílico paisaje de la costa gaditana, el plena campiña, ya habían llegado Bomberos de Cádiz, Policía Municipal de Jerez y Lebrija, Policía Armada, varios destacamentos de la Cruz Roja, Guardia Civil, Ejército, Base Naval de Rota, Tercio de Infantería de Marina de San Fernando, personal de Ferrocarriles Españoles, y voluntarios entre los que se encontraban vecinos de Jerez y Lebrija. Un dispositivo rápido y efectivo, aunque inusual para la época.

“Las autoridades de la central de San Bernardo (Sevilla) avisaron a la estación de El Cuervo unos minutos antes que el suceso iba a ocurrir”. Las crónicas opacas de la época dejan a las claras que la tragedia no se pudo evitar, aunque se conocía lo que iba a suceder minutos antes del impacto frontal, justo cuando el ferrobús se saltaba el semáforo en rojo que le obliga a parar en El Cuervo. Según el informe de Ferrocarriles Españoles, “el ferrobús hizo su parada en la vía de andén de la estación de El Cuervo; la vía general y agujas de la Estación quedaron dispuestas para que el Expreso pasase por dicha vía pocos minutos después, estando dispuesta la señalización como parada obligatoria para el Ferrobús y vía libre para el Expreso. El Ferrobús efectuó una parada de un minuto en El Cuervo, poniéndose en marcha en dirección a Lebrija, forzando e inutilizando el cambio de salida”.

Se saltó el semáforo en rojo con 200 pasajeros en su interior. “Ambos trenes hicieron uso de sus frenos”, recalcó el informe técnico, “por lo que pudieron aminorar su velocidad aunque no evitar la colisión”. El Expreso había abandonado ya la estación de Lebrija. La tragedia era inminente. Una tragedia con muchas historias y que afectó a toda la provincia, pero principalmente a la población militar de San Carlos. 26 infantes de Marina perdieron la vida y tiñó San Fenando de Luto. También Jerez. 13 personas perdieron la vida, tres de la misma familia, la familia Lozano Pino, afectada de lleno por la tragedia.

Ayer muchos jerezanos recordaban historias que creían olvidadas por el paso de los años. Abuelos que tuvieron que atender a los fallecidos, recordando como la maquinaria sacaba de la dura tierra los vagones, viendo cómo los fallecidos salían por su propio peso. Sobrinos que perdieron a sus tíos, aquel que recuerda a ese vecino que iba a Sevilla a comprarle un regalo a su mujer, el militar que perdió milagrosamente el tren por rezarle el Rosario al retablo de la Virgen de Lourdes que guarda a los infantes en la estación de Puerto Real, librándose de la tragedia. El funcionario que dieron por muerto, pero que apareció en Jerez dos días después, la madre que perdió a uno de sus dos mellizos…

Santiago estaba ayer en la boca de toda de todo el país, su sentir y pesar por las víctimas también, pero en Cádiz revivieron en la distancia de la memoria el que fue hasta el momento la peor tragedia ferroviaria de España en toda su historia. Hace unos pocos días se cumplió el 41 aniversario y los vecinos de la zona lo recordaron haciendo uso de la memoria, ya que, cuatro décadas después, y a pesar de que la campiña se tiñó de rojo aquella mañana de verano, no existe un desdoble de vía que aleje los fantasmas del pasado.

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