Hay tantas cosas que decir… tanto que recordar… tanto que agradecer…

No quisiera despertar de este sueño, porque estoy lleno de tantas cosas buenas, de tanto cariño y tanta alegría, que es imposible poderlo describir.  Desde el Sábado de Pasión al Viernes Santo, ha sido un auténtico privilegio sentirme tan cerca de Cristo y María.

Gracias a la hermandad de la Sagrada Mortaja, por permitirme, a mi gente y a mí, ser un trozo de esta bendita historia que empieza a escribir. Quiero felicitar a la cofradía por su estación de penitencia, y a mi cuadrilla, por el magnífico trabajo realizado y el comportamiento excepcional que demostraron. Con esos dos elementos, mis hombres me hicieron rememorar cuadrillas de otra época.

Gracias a la hermandad de la Borriquita, por permitirnos de nuevo compartir la ilusión del Domingo de Ramos. Impregnarse de la alegría del patio de la Escuela de San José, ver la cara de ilusión de tantos niños antes la salida de Cristo Rey.. es una recompensa superior a la merecida. No puedo dejar de agradecer a mi cuadrilla su esfuerzo, hombres que tienen ese sentimiento lasaliano que los hace diferentes. Para todos nosotros es una responsabilidad ser el espejo donde esos niños se miran con la ilusión de ser uno de nosotros algún día…

Lleno de sentimientos especiales vivo el Lunes Santo. Ahí se experimentan momentos que sólo el Señor del Cáliz puede regalarnos. Son ya treinta años sintiéndome un auténtico privilegiado. Gracias a Daniel Romero, mi hermano mayor y mi amigo, gracias por el esfuerzo que haces en dar lo mejor para nuestra cofradía, por ser un ejemplo para cada uno de nosotros y por hacernos ver que no todo termina bajo las trabajaderas del Señor. Es lo que diferencia a esta cuadrilla. Son… de la Cena, no se guardan nada y dejan hasta el último suspiro con su Señor. Gracias por vuestro trabajo incomparable, por hacer de la salida en San Marcos el principio de un regalo que jamás olvidaré.

Agradezco profundamente a mi cuadrilla de las Lágrimas toda la entrega y compromiso que demuestran. El trabajo exquisito, serio y el oficio costalero lo demostráis cada año. Hay gente que está por encima de cualquier duda y tiene un nombre: costalero de las Lágrimas. Gracias de corazón por el esfuerzo grande que hicísteis el pasado Jueves Santo.

Decir San Miguel, es sentirme en mi casa y con mi familia. Si alguien tiene la culpa de por qué nos sentimos así es la propia Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud y su junta de gobierno, cuidando siempre cualquier detalle que pueda afectar a su gente. Debemos sentirnos orgullosos de estar bajo las trabajaderas de María Santísima de la Encarnación. Los que llegamos más tarde a San Miguel debemos valorar cuánto se nos quiere y se nos cuida, y debemos agradecer la acogida que desde el primer día nos brindaron los 30 locos de nuestra Virgen. Habéis creado una especie costalera de otra pasta para la ‘Madrugá’. Gracias de corazón a todos, me siento muy orgulloso de vuestra entrega a la Santísima Virgen, crecemos como una familia y ese es el secreto de nuestro trabajo.

Y a mi hermandad de la Soledad, gracias, gracias, gracias y mil veces gracias. No puedo tener palabras más que de agradecimiento por el esfuerzo que habéis hecho para que Nuestra Madre Soledad luzca más que nunca. Gracias, hermano Álvaro de la Calle, por hacerme tan fácil el trabajo, por saber lo que nos faltaba para que la Señora luciera más que nunca, por tu manera de preocuparte por todo los detalles. No es sólo orgullo, no es un privilegio, no es sentirse sólo feliz… es no importarte nada más que mirar a la Virgen de la Soledad cada segundo, porque no puede haber nada que te preocupe más que ver esa cara tan bonita. Gracias de corazón. Y gracias a mi cuadrilla de costaleros, no se puede demostrar más amor hacia Nuestra Madre que el que demostraron ustedes la tarde del Viernes Santo. Cumplisteis mi petición de no guardarse nada y así fue que llegásteis vacíos y casi extenuados, pero llenos de alegría de haberse dejado todo bajo las trabajaderas de Nuestra Virgen. Gracias por cada paso y por cada suspiro que entregásteis. No me puedo sentir más orgulloso de ustedes… Gracias de verdad.

Y a mi equipo, a todos y cada uno, gracias por vuestra preocupación, por vuestra lealtad, por vuestro compromiso y sobre todo, por vuestra amistad sincera. A todos os he robado mucho tiempo y en ocasiones no os entendí. Os pido perdón si en algún momento el que falló fui yo, pero sabéis que por encima de todo quiero lo mejor para este bendito mundo que tanto amamos.

Todo se consigue si tenemos un único fin y ustedes, mi equipo y mis costaleros, lo tenéis claro. Sólo hay uno. Hacer llegar a Cristo y María a los corazones de cada uno de los jerezanos. Esto, y no otra cosa, es de lo que debemos presumir. Debemos presumir de llevar por bandera nuestro compromiso con las cofradías como parte de la Iglesia que somos, porque no hay nada más importante que poner en valor aquello en lo que tenemos fe, pero siempre con humildad, sabiendo que en nosotros se deposita lo más querido de cada cofradía.

Puedo decir bien alto que me siento orgulloso de todos ustedes. Sé cómo sois y el valor que tenéis. Gracias, por tanto, de todo corazón.

Gracias a todos y cada uno de ustedes. Que el Señor y su bendita Madre os lo recompense.