El miércoles es uno de esos días de Feria que tradicionalmente prometen. Quizá sea porque se ha abanderado como el día por excelencia de las mujeres, o quizá porque marca el ecuador de cara a los más populosos, pero lo cierto es que el miércoles nunca ha defraudado a los feriantes. Este año, sin embargo, no han sido muchos los grupos femeninos que han marcado la diferencia en el Real; esas concentraciones de gitanas alrededor de un tambor alegrando el ambiente apenas si se han dejado ver, quizá eclipsadas por el calor, la escasez de los bolsillos y las comidas de empresa. El González Hontoria, incluso, no ha estado más lleno que ayer a pesar de que la climatología ha sido un pelín más benévola con el personal.

Uno de los momentos que ha marcado la jornada ha sido el de la protesta protagonizada por la Plataforma de Afectados por el ERE Municipal, que han repartido nada menos que 7.000 abanicos en los que se puede leer: ‘Readmisión Ya’ o ‘No al ERE ilegal’. Y es que la gran fiesta jerezana por excelencia tampoco puede permanecer impasible a los problemas y la sensibilidad social de los ciudadanos. De hecho, la portavoz de la plataforma, Teresa Ríos, ha asegurado que todas las personas con las que se han cruzado durante el reparto han mostrado su solidaridad con los 260 despedidos, que aún no han tirado la toalla y confían en que prospere el recurso interpuesto ante el TSJA, en el que piden la nulidad de la medida y exigen la readmisión.

Hoy miércoles es el día también de la Cruz Roja, cuya labor no se puede pasar por alto dado el magnífico trabajo que realizan en pleno recinto ferial, atendiendo desde rozaduras y lipotimias hasta comas etílicos, infartos y anginas de pecho. Los caseteros, por su parte, cada año se reinventan y la única manera de captar clientela es la de bajar los precios, por lo que por cantidades módicas se puede comer o al menos tomar un aperitivo, como en la caseta de Ikea donde ofrecen tapa y cerveza por solo 2 euros. La Feria, en definitiva, sigue enamorando a propios y extraños y continúa siendo el espacio en el que los jerezanos pueden ahogar sus penas y afrontar con más alegría los sinsabores de cada día.