Por primera vez en 34 ediciones del Gran Premio de España, el vibrar de la afición en las gradas, los madrugones, los aplausos, vítores y demás algarabía que siempre ha caracterizado el ambiente de este gran premio en sus gradas, pelousse y en el exterior de las instalaciones, no se escuchó al celebrarse a puerta cerrada sin la presencia de público. Pero mientras tanto, las únicas protagonistas fueron las motos que focalizaron toda la atención y no defraudaron, ofreciendo un espectáculo supremo del que pudieron disfrutar a buen seguro, millones de espectadores en todo el mundo a través de la televisión.
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