Grupo Velázquez

Una coronación para la historia

El titular no es de este periodista, vaya por delante la aclaración. Nos lo facilitaba, una vez terminada la procesión, el hermano mayor de la Yedra, Ildefonso Roldán. Tras esta categórica y rotunda afirmación, se esconde una felicidad contenida, un descanso, al fin, merecido, y la sensación de vacío, de no haber podido ya hacer más. Ese titular solo lo daría alguien que le ha entregado todo, absolutamente todo, a la Madre de Dios. Y eso es justamente lo que ha hecho la hermandad de la Yedra.

Atrás quedaron meses, años de esfuerzo, de entrega, de actos, de cultos, de oraciones. Todo está ya simbolizado en una corona absolutamente fascinante, de trazos que en las sienes de la Esperanza se elevan hasta la categoría de magistrales. Fue a las 11.25h de la mañana, en ese momento, Mazuelos impuso la presea a la dolorosa, entre los aplausos de una catedral que parecía más pequeña que la propia capilla de la Plazuela. No quiso faltar nadie, y la hermandad hizo del primer templo jerezano una continuación de su barrio, de su Plazuela, y del obispo diocesano, su propio director espiritual, su pastor.

Estuvo Mazuelos brillante ayer. Cercano, directo, usando incluso artificios sorprendentes, como esa introducción de la homilía con la bulería de José Carlos Pozo que sonó en el pregón en la voz de Manuel de la Fragua, o una despedida, aplaudida, en la que animaba a los cofrades de la Esperanza a devolver a la Plazuela a la Esperanza, en un reencuentro con el Señor de la Sentencia que dejó perplejo al personal. Sorprendido, porque no son las formas habituales de este pastor, que ayer se entregó por entero a la hermandad de la Yedra. Gustó, y se gustó… Y para la eternidad, aunque pocos pudiéramos verlo, quedará el beso que el obispo le dio a la Esperanza, momentos después de imponerle la corona. Un beso de un obispo que se estrenaba en este tipo de solemnidades, y que rubricó con ese detalle el cariño que le tiene a la Madre de Dios, en este caso en la advocación de la Esperanza.

Estuvo brillante Mazuelos, decíamos… Pero es que cuando la Catedral suena como sonó ayer, y se ve como se veía ayer, todo es mucho más fácil. La empresa ‘Más que sonido’, cuyo gerente es el jerezano José Juan Vidal, lleva años convirtiendo cada escenario, cada iglesia, en el mejor teatro posible. Una garantía que ayer quiso participar en la pontifical, y que hizo que la Coral Catedralicia e Ismael Jordi sonaran con una perfección plausible. Pero si bueno fue el sonido, lo de la Coral es que está a otro nivel. Impresionante, apabullante, arrebatadora, embriagadora, y todos los calificativos que ustedes quieran ponerle, la actuación, la afinación, la dedicación, el repertorio y la dirección del maestro Angel Hortas de esta Coral que no deja de sorprendernos, y que es sin duda una garantía para la diócesis de Jerez. Increíble el Ave María de Shubert, interpretado por el tenor jerezano Jordi, y sublime el Ave María final, de William Gómez, que cerró el acto. Toda la catedral mirando a la cara de la Esperanza en esa interpretación… Magistral.

Así fue todo en la Catedral, que contó con la compañía del obispo de Gerona y de muchos sacerdotes de la diócesis, y que ubicó a la dolorosa,al fin, en el presbiterio de la catedral, en un gesto de nobleza y solidaridad del cabildo catedralicio, que por fin ubicó en un sitio preferente a la que era el centro de las miradas, gracias a una ampliación del presbiterio realizada por la empresa jerezana Peryol. Pero si grande fue la mañana, increíble fue la tarde. Nueve horas de procesión, nueve horas de encuentros que la hermandad supo transmitir, amplificar y contextualizar para que se hicieran nueve suspiros, nueve oraciones junto a la Esperanza de la Yedra corona.

Salió la procesión con un cortejo formado por casi 500 hermanos, y nada más que en los últimos cirios se congregaban casi 2000 años de antigüedad de la hermandad, ya que eran muchas las medallas de oro allí formadas. Ese acompañamiento que, en una decisión valiente, y acertada, se retiraría cuando el paso llegara al monumento a las cofradías, para que pudiera disfrutar de su dolorosa. Son muchas madrugadas sin verla, como para perdérsela ayer también en esa ocasión, así que la hermandad cuidó a su cortejo de manera cercana, sensible, y contagió el espíritu de fiesta que tenía la hermandad. El paso de palio, en tonos rosa pastel, era un dulce, un clamor rotundo de belleza y empaque. Soberbio el trabajo de Juan Manuel Toro, como siempre, y acertadísima la elección del exorno floral por parte de la hermandad, incluida la cera rizada, de categoría superior a la habitual.

Todos los elementos se juntaron para que la procesión fuera brillante, ya que José Carlos Gutiérrez volvió a demostrar su maestría, con una Esperanza a la que los pliegues de su rostrillo inundaban de frescores la tez de la dolorosa, que iba cambiando de expresión según le diera la luz del día, las sombras de la noche, o las oraciones de sus devotos… Sí, la Esperanza va variando de cara, te iba mirando de manera distinta una y otra vez, perfumando con sus aromas los rincones de un Jerez que no podía irse de su vera, por miedo a que cambiara de nuevo y se encontrara sola. Así fue llegando la procesión a momentos álgidos, con plegarias, con el acompañamiento del gobierno municipal, con ofrendas, con unas bandas que ayer rozaron la perfección, con una Oliva de Salteras potentísima, y con una banda de los Rosales entregada en la calle Sol.

La calle Sol… Donde se preveía que si la Esperanza llegara tarde, se iba a ver sola… Sola la Virgen… Qué poco conocerá a la Esperanza quien así hable de Ella, y qué poco conocerá al barrio de San Miguel quien creyera semejante locura. Tres horas de reloj mutaron en tres segundos, en apenas tres avemarías. En saetas, en la oración del pregonero, en levantás asombrosas, en un caminar coqueto y elegante de una cuadrilla, y de un capataz, que ayer estuvieron cumbres. Apenas tres avemarías condensaron las tres horas que hizo la Esperanza suya la Plazuela, en una recogía que quedará para los anales de la historia.

Ya está coronada la Esperanza. Una coronación para la historia… porque es histórico que una Virgen cambie de perfiles, de sonrisas y de aromas a cada paso que da. Eso… Eso solo lo consigue… La Esperanza.

2 comentarios

2 comentarios a “Una coronación para la historia”

  1. francisco dice:

    Solo añadir, que maravillosa la petala de los hermanos del Cristo a la Esperanza de la Yedra.

  2. jvegazo dice:

    Estimado Francisco.
    A lo largo del día de hoy, tendrás reseña de la recepción que hizo el Cristo en la calle Sol, junto con foto de la petalá. No hice referencia alguna en la crónica, por ser demasiado extensa.
    Hoy tendrá cabida en esta web.
    Gracias, en todo caso, por la sugerencia.
    Un saludo.
    Pepe Vegazo

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